Percepción Política
La espectacular y atemorizante irrupción del Cártel Jalisco Nueva Generación ilustra muy bien lo que le ha pasado a México con el cáncer del narcotráfico.
Los gobiernos han actuado como si no supieran nada de ese mal que fue invadiendo el país. Lo que es peor, han actuado como si todo estuviese bajo control y con un discurso irresponsable que sólo habla de paz y tranquilidad en los pueblos y rincones del país, mientras el mal crece y se fortalece hasta ser incontenible.
Más aun, los gobiernos -por lo menos de José López Portillo para acá- lo que más han escondido es cómo cada cártel de las drogas ha tenido aliento o cobijo o raíz gubernamental.
Eso pasa ahora con el llamado cártel Jalisco Nueva Generación, que el pasado viernes apareció ni más ni menos que derribando, con un lanzacohetes, un helicóptero militar en aquel estado. Algo nunca visto.
Y lo que es más, la organización delictiva respondió a un rutinario operativo policiaco-militar hasta con una acción rayana en el terrorismo y coordinada en 25 municipios del estado. Decíamos ayer que en cuatro de esos municipios, los delincuentes se enfrentaron a las fuerzas de seguridad, con un saldo terrible: seis militares muertos (al principio se dijo increíblemente que tres de ellos estaban “desaparecidos”).
En un gran despliegue para diluir la fuerza armada, lo que da más idea de sus alcances y fuerza, los integrantes de ese cártel realizaron 39 bloqueos simultáneos en calles y carreteras, y provocaron el incendio de 36 vehículos, 15 sucursales bancarias, una caja popular y cinco gasolineras.
Y es así como hasta después de esta fulgurante aparición el gobierno federal nos viene a recetar una noticia espeluznante (confirmación de sospechas y temores bien fundados de la gente): que el cártel de marras es ahora el más peligroso y poderoso de México.
Ahora Monte Alejandro Rubido, Comisionado Nacional de Seguridad, sale a admitir que dicho cártel no es cosa menor y que se ha extendido incluso a los estados de Colima, Guanajuato, Veracruz y Michoacán. Y se sabe que ya va para Nayarit y Aguascalientes.
Lo que menos se puede uno preguntar es cómo fue que dejaron crecer semejante monstruosidad; y por qué hasta ahora que es poderosa piensan atacarla. Apenas de 2011 para acá, esta organización se posicionaba como aliada del Cártel del Sinaloa razón por la cual se dedicaba a matar Zetas y cazaba pleitos con el cártel de Los Caballeros Templarios. Y a estas alturas ya va por su cuenta.
De lo ocurrido hasta ahora, una gran conclusión salta a la vista: la lucha o guerra al narcotráfico no ha sido pareja sino sesgada, pues mientras en Michoacán se hacía labor de zapa contra Servando Gómez, alias La Tuta, en la región se favorecían las condiciones para un crecimiento exponencial de la mafia jalisciense.
Y aquí no puede caber la ingenuidad.
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