Percepción política
En sus contactos con China parecía que este país se estaba desempeñando con mucha sagacidad, sobre todo con aquello de la apantalladora frase “mover a México”. Era interesante ver cómo para septiembre de 2013, los presidentes de aquí y de China, Enrique Peña Nieto Xi Jinping, ya se habían entrevistado en tres ocasiones. Algo jamás visto estando tan lejos de Dios y de Estados Unidos.
Incluso para noviembre del año siguiente, 2014, Peña ya estaba de visita de Estado en China. Y hasta valía gorro que el mexicano le había cambiado el nombre al chino -le dijo dos veces, háganme el favor, “Juan Jin, Juan Jin” en su visita a México en junio de 2013-, pues se notaba el entusiasmo con que ambos países le iban a entrar al acuerdo y al intercambio en todos los sentidos.
Este país nuestro tan necesitado de inversión foránea -nos lo dice a cada rato el gobierno- ha buscado inversiones de China en proyectos de gran calado (palabra de moda) como el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, un proyecto de red inalámbrica gubernamental y el recientemente liberalizado sector energético.
Tan ambiciosas maniobras parecían un intento muy serio, y hasta talentoso, por reducir la dependencia se nuestro país de Estados Unidos y compensar la caída del precio del petróleo. Hasta llegaron a hacer que la potencia del norte sintiera unos celos de aquellos por tan peligrosa cercanía con la potencia asiática.
Pero de pronto y como quién sabe qué cosa, ahora da tristeza leer que México está desesperado por recuperar los amarres hechos, tras la sorpresiva cancelación este año de un multimillonario proyecto de tren de alta velocidad que había ganado en 2014 un consorcio encabezado por una empresa china, en una decisión que causó molestia en Pekín.
El proyecto del tren entre la ciudad de México y la central Querétaro, que iba a requerir 3 mil 750 millones de dólares, era ideal para atraer inversión de China, que quiere mostrar su tecnología ferroviaria.
Un consorcio liderado por China Railway Construction Company (CRCC) ganó el proyecto como único postor. Pero el fallo fue revocado poco antes de darse a conocer que la esposa del presidente Peña Nieto estaba pagando una lujosa mansión a una de las firmas mexicanas participantes en el consorcio ganador.
Como se sabe, México volvió a lanzar la licitación del tren en enero y se esperaba que CRCC lo ganara, pero el gobierno lo suspendió indefinidamente, luego de una caída en los precios del petróleo que llevó a un recorte del gasto público.
Pero no fue sólo eso. A los chinos también se les descartó de un ambicioso proyecto de parque minorista, el Dragon Mart, para sus productos en la ciudad turística Cancún, en el estado de Quintana Roo.
El desprestigio de México en el exterior es ahora evidente. En este momento las empresas chinas no quieren invertir aquí. Es peligroso, realmente peligroso, declaró Zhang Nan, el principal representante en México de la fabricante de automóviles FAW, propiedad del Estado chino.
Declaró que su empresa no tiene planes de invertir en México. Si queremos hacer un proyecto nuevo aquí, debemos hacerlo muy cuidadosamente, reveló que le dijeron sus jefes luego del fracaso del proyecto ferroviario, cosa que consideran una tremenda lección.
La cruda lección que se llevaron los chinos es que en México hay tanta corrupción que no se sabe qué esperar en materia de negocios. Si un presidente no tiene seriedad en lo que hace y quiere, entonces quién de los que están por debajo.
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