David Polanco / CDMX Magacín
Desde aquel primer programa social para combatir la contaminación ambiental en la Ciudad de México, en 1990, hasta el día de hoy, no ha existido plan alguno que verdaderamente resuelva esa problemática. Todas han sido y siguen siendo políticas públicas paliativas, para sobrellevar el problema con la menor afectación posible.
La evidencia: en las primeras horas de este año se anunció la primera contingencia ambiental en la Megalópolis, con las restricciones propias que hay para este tipo de casos, que van desde la disminución del uso de vehículos particulares, de carga, labores industriales y otras medidas hacia la industria.
Todo está establecido en los protocolos de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), organismo coordinado por las autoridades federales en el que participan los gobiernos de entidades céntricas del país: CDMX, Edomex, Puebla, Hidalgo, Morelos y Tlaxcala. La función prioritaria: mejorar la calidad del aire, aunque también plantean acciones para combatir los efectos del cambio climático, gestionar recursos hidráulicos y preservación de la biodiversidad.
Los primeros programas para combatir la contaminación, en el entonces DF, vienen de los tiempos de Manuel Camacho Solís como regente capitalino, a principios de 1990. Fueron básicamente el Hoy No Circula de los vehículos, la verificación para reducir la emisión de contaminantes, pero sobre todo el cierre de la refinería de Azcapotzalco. También la promoción de la industria limpia y su reubicación fuera de la capital.
Camacho Solís terminó su gestión en 1993 y, de ahí en adelante, no hubo mayor innovación en los programas contra la contaminación. Se continuó con lo de la verificación y el Hoy No Circula, y se castigó a las empresas con pausar sus operaciones de producción en días de mayor contaminación, lo que se llama contingencia.
Hacia el cierre del pasado milenio y comienzo del actual, las autoridades en vez de promover y reforzar el transporte público incentivaron el uso del automóvil. El ejemplo más claro: Claudia Sheinbaum, la secretaria del Medio Ambiente del gobierno de López Obrador en la CDMX, se ocupó de echar millones de toneladas de cemento en los segundos pisos del periférico. Pero nada de Metro.
En los años posteriores ha habido algunas nuevas políticas públicas contra la contaminación ambiental, pero no han dejado de ser paliativas: que los trolebuses eléctricos, que el Metrobús eléctrico, que el transporte de carga circule en las noches. Pero nada se resuelve y, otra vez, la evidencia es que arrancó el año con contingencia ambiental, lo que también tiene relación con la falta de rigor de las autoridades, que no lograron contener la venta de pirotecnia. Para cualquiera que haya estado la noche y madrugada del 24 y 25 de diciembre, así como del 31 de diciembre y 1 de enero, fue evidente que el aire estaba invadido de humo, de pólvora quemada.
El reto que viene para el gobierno federal y los de la CAMe es generar políticas públicas que ataquen la problemática, como podría ser cerrar la refinería de Tula, pero se requiere mucha voluntad política.
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