El riesgo de hacer público lo privado

Hoy ocurre algo que va por el mismo camino, también de la alcaldesa de la Cuauhtémoc, Alessandra Rojo. También hace pública su vida privada: que ya tiene un romance, que su celebración familiar en Acapulco, o que está en un aeropuerto y viaja en avión comercial –por cierto, con una cachucha que luce el emblema de la Secretaría de Marina, sin ser parte de la Marina. FOTO: TikTok: Alessandra Rdlv
Hoy ocurre algo que va por el mismo camino, también de la alcaldesa de la Cuauhtémoc, Alessandra Rojo. También hace pública su vida privada: que ya tiene un romance, que su celebración familiar en Acapulco, o que está en un aeropuerto y viaja en avión comercial –por cierto, con una cachucha que luce el emblema de la Secretaría de Marina, sin ser parte de la Marina. FOTO: TikTok: Alessandra Rdlv

Glorieta de Colón


No se ha agotado –y quizá nunca se agote– la discusión sobre hasta dónde debe ser pública la vida privada de los servidores públicos. Hay muchas opiniones al respecto, e incluso fallos judiciales y de órganos autónomos. Sin embargo, cuando un funcionario decide hacer pública su vida privada –incluidos los de la farándula– pone al escrutinio social todo ello. Fue el caso, en su momento, de la alcaldesa en la Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien hizo públicos hechos de su vida privada, y luego se quejaba de que la gente criticara precisamente por esos hechos. Hoy ocurre algo que va por el mismo camino, también de la alcaldesa de la Cuauhtémoc, Alessandra Rojo. También hace pública su vida privada: que ya tiene un romance, que su celebración familiar en Acapulco, o que está en un aeropuerto y viaja en avión comercial –por cierto, con una cachucha que luce el emblema de la Secretaría de Marina, sin ser parte de la Marina. La realidad es que mientras no afecte a la vida pública, la vida privada de los servidores públicos debería ser una nimiedad, aunque haya quienes deseen que se hable de ellos como si fueran estrellas de la farándula, lo que da pie para que se les critique su vida privada. Ahora sí que cada quien asuma el riesgo de cruzar esa línea.

 

Brugada, oradora secundaria

Quienes organizan los eventos de Clara Brugada, la jefa de Gobierno, seguro que no saben de protocolos, a no ser que consideren más importante al titular de la Secretaría de Finanzas, Juan Pablo de Botton. Resulta que en el evento de presentación del “programa de separación voluntaria plaza por plaza y bienvenida a las personas trabajadoras que se incorporan al Gobierno”, Brugada no fue la oradora principal, sino la secundaria. Ella abrió, cuando el protocolo indica siempre que la persona más importante es la última en dar su discurso y en este caso fue De Botton, cuyo principal “referente” es Andrés Manuel López Beltrán. Así andan las cosas.

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