Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Hace unos días, le pregunté a uno de los líderes de la izquierda mexicana que provienen del movimiento universitario por qué apoyar a Omar García Harfuch, cuando sus propios compañeros de lucha alertan que entregarle al policía la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México es casi sepultar los principios, los ideales y las causas que han abanderado durante décadas.
De botepronto me respondió: “Necesitamos alguien como Omar que nos dé muchos votos para lograr el ‘Plan C’ del presidente”, que es ganar a toda costa la mayoría calificada de dos terceras partes de la Cámara de Diputados y el Senado de la República.
¿En qué consiste ese Plan C? De lo que más se ha hablado es de disolver la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para que el pueblo pueda elegir a sus integrantes mediante el voto popular, en las urnas. Otro tema que les apremia es que la Guardia Nacional pueda ser adscrita finalmente a la Secretaría de la Defensa Nacional. ¿Y por qué no también permitir la reelección presidencial y que López Obrador vuelva a ser presidente en 2030… o antes?
El “Plan C” es el fondo del pragmatismo desbordado de la virtual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum que pretende imponer la candidatura de Harfuch. Y digo imponer, porque si bien puede ganar una encuesta cuantitativa, de preferencias más allá de los militantes y simpatizantes de Morena, la cualitativa es el problema, pues puede generar una fractura con los históricos del movimiento lopezobradorista, que ya se sienten agraviados.
Un ejemplo: la senadora Citlali Hernández, que apoya a Clara Brugada, tiene que soportar la ofensa de que la coordinadora del cuarto de guerra de la campaña del morenista de enfrente sea la hija del empresario que la ha denostado, agredido y mucho más que eso en las redes sociales.
La izquierda en la Ciudad de México está dividida ahora, pero se podría enfilar a la ruptura si es que los pragmáticos a mansalva logran llevar al final su objetivo de colocar a Harfuch como candidato. “Con él, podemos perder el partido, el movimiento, incluso aunque Morena gane la Jefatura de Gobierno”, me dice un personaje muy cercano a Martí Batres, jefe de Gobierno de la CDMX.
El “Plan C” fue bautizado así por el propio López Obrador, después de dos fracasos que tuvo para apoderarse del Instituto Nacional Electoral y controlar el proceso electoral 2024. El “Plan A” fue una iniciativa de reforma constitucional que presentó al Congreso, con la que pretendía disolver el INE y que todos sus consejeros fueran electos por voto popular, así como reducir el número de integrantes del Poder Legislativo. No pudo reunir las dos terceras partes de los votos en la Cámara de Diputados. El “Plan B” fue la reforma electoral para debilitar al INE que tumbó después la SCJN porque la consideró inconstitucional.
Esos planes no pasaron por el fracaso en las elecciones de 2021, principalmente en el Estado de México y la CDMX, donde Morena perdió la mayoría de los distritos electorales federales y con ello se alejó de las dos terceras partes de la Cámara de Diputados. Por cierto, en ambas entidades a quien el presidente designó como responsable fue a Claudia Sheinbaum. En la capital del país Morena perdió 10 distritos que ganó en 2018. En 2021, la oposición ganó en la CDMX la mitad de los 24 distritos electorales federales. Los pragmáticos creen que con Harfuch van a recuperar por lo menos 10 diputaciones federales en la capital. “Un policía-político bien vale el ‘Plan C’”, dicen. Lo veremos.