Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
De los 36 que pusieron en la lista, sólo él se atrevió a enfrentar, cara a cara, al presidente Andrés Manuel López Obrador. El 28 de mayo de 2019, como todos los demás reporteros, Ricardo Rocha (qepd) hizo fila para entrar a la conferencia mañanera y pedir la palabra para limpiar su nombre ante un embate del gobierno, pues lo habían colocado en el primer sitio de un cuadro que elaboró el vocero presidencial Jesús Ramírez, de periodistas que supuestamente recibieron recursos públicos del gobierno de Enrique Peña Nieto. La narrativa oficial es que el hecho era inmoral y hasta casi ilegal.
Eran los primeros meses del gobierno de López Obrador, y había que destruir para siempre la posibilidad de que Ricardo Rocha –para esos días director del Canal del Congreso de la Ciudad de México–, pudiera ser competidor del propio Jesús Ramírez y su aliado, Jenaro Villamil, para controlar el Sistema Público de Radio y Televisión, que hasta la fecha encabeza este último. Lo veían con temor, por su trayectoria periodística y en televisión, y por la buena relación que había tenido de muchos años con el primer mandatario.
Para dañar a Ricardo Rocha, el vocero Jesús Ramírez lo colocó en el primer lugar de esa lista, sin que hubiera razón para ello: ni por orden alfabético, ni fecha de contratos, ni montos. Sólo el afán de afectar. Burdos errores: le atribuyeron a Ricardo Rocha el contrato de una empresa de sus hijos, en la que él no figuraba, y luego pretendieron poner en duda que su productora hubiera realizado las cápsulas de una campaña.
Ricardo Rocha lo dijo así en la mañanera: “Señor presidente, hoy no traigo pregunta, pero sobre la famosa lista del viernes pasado, con todo propósito a mí me pusieron a la cabeza de esa lista… El señor Ramírez dijo aquí que los nombres de los periodistas se ponían porque estaban en la dirección o los consejos de esas empresas… Pues déjeme decirle, como usted mismo dice que con todo respeto, algunos de sus colaboradores no saben leer o mienten mal intencionadamente”.
Ricardo Rocha aceptó que otro de los contratos sí era de su empresa. “Una muy bonita campaña, se lo puedo asegurar: ‘Somos lo que Comemos’… Le anexo esos documentos y una copia de todas nuestras capsulas… sí existen, son de a de veras… No se trata de compra-venta de opinión editorial, señor presidente. Son videos, como dicen, entregables”.
De remate, Ricardo Rocha soltó: “Qué curioso, ¿no? Fíjese usted que los gobiernos anteriores, ni los panistas, ni el gobierno priista me acabaron nunca de aceptar, porque me etiquetaban de lopezobradorista, y qué curioso que ahora el lopezobradorismo me quiera etiquetar de peñista, ¿no? Mala puntería”.
Aquel día, López Obrador reconoció que vio la lista antes de su difusión y dio la instrucción de que la enviaran como estaba. “Y yo le pido a Jesús que en este caso se aclare”, añadió. No había nada por aclarar, fue evidente que Ramírez actuó de mala fe contra Ricardo Rocha, quien ese 28 de mayo, como casi nadie lo hizo, defendió y limpió su nombre, su trayectoria, cara a cara, frente al presidente.
Ese día, Ricardo Rocha también le ofreció a López Obrador su modesto departamento para tomar un café, momento que nunca llegó. Ayer murió el periodista, y la reacción presidencial en Twitter fue: “Lamento el fallecimiento de Ricardo Rocha. Fuimos muy amigos, me abrió espacios en medios de comunicación cuando casi todo estaba cerrado para nosotros. Abrazo a toda su familia”.